Dejando a un lado la espalda, una de las zonas que más de comer nos dan a los fisioterapeutas, es sin lugar a dudas, la rodilla.
Su uso ( o mal uso), durante las actividades laborales o deportivas, o simplemente la compleja estructura y funcionamiento de esta, hacen que sea fácil de lesionar o de sentir molestias.
El saber es necesario y vital para poder entender la importancia de esta estructura, es por este motivo que antes de entrar en lesiones, pruebas o síntomas hablaremos un poquito de anatomía.
Todo en su sitio.
En este punto pondremos todos los elementos en su sitio y los trataremos de manera básica: como se ha dicho anteriormente, la rodilla es una estructura tremenda y maravillosamente compleja formada por la articulación de 3 huesos:
Rótula: Es la parte más anterior. Sirve de polea para los movimientos de flexo-extensión. Para evitar su impacto con el fémur, tenemos el cartílago rotuliano.
Fémur (epífisis distal): Son dos cóndilos de forma redondeados diferenciados por la escotadura intercondílea.
Tíbia (epífisis proximal): Es plana, también se le llama meseta tibial. Por su parte externa se articula también con el peroné.
Como se ha dicho un segmento es plano y el otro es redondeado, por lo tanto la articulación seria imposible sino fuera por el Menisco:
Menisco Externo: tiene forma de O.
Menisco Interno: tiene forma de C.
Ambos sirven para dar congruencia a la articulación.
Para que estos huesos no se muevan de su localización, están sujetos por los ligamentos, tanto por dentro como por fuera, los más importantes:
Ligamento Cruzado Anterior: de cóndilo externo de fémur a tíbia, por dentro.
Ligamento Cruzado Posterior: de cóndilo interno de fémur a tíbia, por dentro.
Ligamento Lateral Interno: de cóndilo interno de fémur a tíbia, por fuera.
Ligamento Lateral Externo: de cóndilo externo de fémur a peroné, por fuera.
Y lo que da el movimiento, los músculos, que se insertan a los huesos mediante los tendones:
Tendón quadricipital: anterior, que al pasar por debajo la rótula se convierte en tendón rotuliano.
Tendones de los isquiotibiales: semimembranoso, semitendinoso y bíceps crural.
Tendones de los adductores.
Tendones de la cintilla iliotibial.
Cabe recordar, que como cualquier articulación esta envuelta por una bursa con líquido sinovial.
¿Y todo esto se lesiona?
Cualquier alteración de uno de estos elementos puede producir una lesión o una molestia; a nivel deportivo, lo más común es :
Condropatia Rotuliana: es una lesión en el cartílago rotuliano; es muy común en mujeres, jóvenes, con pies pronados o con valgo de rodilla. Sus síntomas son claros: dolor al acabar la actividad, al ponerse de pie o crepitaciones. Su causa es el impacto, una mala alineación de la rótula o la debilidad de la musculatura.
Bursitis rotuliana: es una inflamación a causa de una repetición prolongada sobre la rodilla, como trabajos donde se tiene que estar mucho tiempo arrodillado (dolor de la monja).
Tendinitis rotuliana: es una inflamación del tendón rotuliano causada por una sobrecarga o una falta de estiramiento de este. Muy común en deportes de montaña, o deportes que exijan una semiflexión de rodilla (Tennis o Bàsquet). Normalmente solo duele en actividad y para en reposo.
Tendinitis pata de ganso: Inflamación de los tendones que se insertan en la zona lateral interna de la rodilla (sartorio, Recto Interno y semimembranoso).
Síndrome de la cintilla iliotibial : Inflamación del tendón del Tensor de la Fascia Lata.
Esguinces o roturas de cualquier de los ligamentos que sujetan la rodilla.
Dislocación de la rótula.
Rotura de menisco: normalmente no está sola y se presenta con alguna rotura de algun ligamento interno. Duele por delante y por detrás.
Quiste de Backer: protuberancia en la zona ósea posterior, provoca mucho líquido.
Osgood-Schlatter: común en adolescentes, es una hinchazón de la protuberancia de la parte superior y anterior de la tibia.
Estas son las patologías más comunes en la práctica deportiva; para saber exactamente cual de ellas padece el paciente, el fisioterapeuta necesita conocer varios factores tales como: si duele en reposo (condropatia), en activo (tendinitis), siempre (dislocación), nocturno, al bajar escaleras, el día después, saber cuando empezó el dolor (caída, mal gesto...), el tipo de dolor ( si quema, si tira...), mirar la presencia de líquido, comparar con la extremidad contralateral....
A menudo, en consulta, muchos pacientes llegan “autodiagnosticados”, por haber leído por Internet, porque un compañero suyo tuvo esa molestia, o porque un futbolista famoso también tenia problemas; des de este blog animamos a la gente a que antes de diagnosticarse, hablen con un profesional. También es común el caso contrario, pacientes que nunca han oído hablar de meniscos, cartílagos, ligamentos o tendones, y que al escuchar cualquier de esto nombres se les pone la piel de gallina pensando en lesiones incurables, prótesis o viniéndose a la mente un cirujano con bata verde acercándose a su rodilla; por eso la visita al profesional de rigor es obligatoria, pues muchas de las molestias en la rodilla, no vienen siempre producidas a nivel local, sinó que pueden venir de una articulación adyacente ( cadera o pies).